Cómo adultos, envueltos en la enmarañada cotidianidad de la rutina, muchos nos hemos vuelto seres cínicos e incapaces de sorpedernos ante las maravillas que nos ofrece la vida. Con esta serie fotográfica propongo la posibilidad de autoexplorarnos para reconocer al niño que vive dentro de nosotros y con esa mirada inocente observar alrededor y apreciar el universo como si lo viéramos por primera vez, como si fuera una nueva aventura.